martes, 12 de febrero de 2019

Segunda Carta de Amor


Berja. 13 de Agosto de 1902
Mí querido Vicente, ¿como estás?, nosotros, nos encontramos bien. En la última carta que mandaste nos decías que estabas bien aunque la comida del rancho era poca y mala y que la situación en la mina no era buena debido a la poca seguridad de las galerías, que hay frecuentes desprendimientos, que ocurren accidentes y que algunos compañeros han perdido la vida pero nadie hace nada para mejorar las minas y cualquier día puede pasarte algo ya que los dueños y el ingeniero callan sabiendo la situación.
Ya me dirás cómo andas de ropa, las camisas y los pantalones te los zurcí, ese trabajo desgasta la tela y siempre parece que está sucia. Por lo que me dices vas a lavarla al pilón de la fuente en la ermita de la Fuensanta desde aquí rezo para que la Virgen te proteja.
Vicente cuídate, tienes que comer más que te conozco, con el dinero que nos mandas nos apañamos y vamos tirando. No olvides que tú lo eres todo para nosotros y si te ocurriera algo no sé lo que pasaría. Van para cuatro meses que no te vemos ni sabemos de ti, tus padres, sobre todo tu madre pregunta todos los días a ver si ha llegado carta.
La mina es un trabajo metido en las entrañas de la tierra, sin luz, respirando polvo, trabajando mucho, ganando poco y pensando más. La vida es dura para un minero que sabe cuando entra en la galería, pero no cuando va a salir. Joaquín, Soledad y Vicente preguntan, cuando vuelve papá, ¿donde está?, ¿qué está haciendo?. Isabel, con siete meses, es muy graciosa, tan viva y con tu misma sonrisa. La suerte es que tengo a nuestros hijos, ellos me dan la vida para seguir luchando, eso hace que los días sean más cortos. Vicente le das las gracias a tu compañero de Casariche por ayudarte tanto y hacer que el trabajo sea más llevadero.
En la última carta me dijiste que subías a lo más alto de la sierra La Cabrera para mirar hacia Berja por si nos podías ver, que eso te hacía sentirte más cerca de nosotros. Tu corazón es grande, y en un hueco, caben tus hijos y yo. Los niños te echan de menos y a mí me gustaría subir a la sierra La Cabrera para estar a tu lado, ver lo que tú ves y sentir lo que tú sientes, porque yo también te echo de menos como esposa y como madre, criar una familia sola es duro, si no fuera por nuestros padres que nos dan cariño y nos echan una mano. Pronto estarás con nosotros en las fiestas de la patrona, ojalá encontraras un trabajo en el pueblo para dejar la mina que nos está quitando la vida.
Tu esposa Isabel, tu Isabelita, como tú me dices se despide de ti con esta carta de amor, amor de madre para tus hijos, amor de vida para que sigas luchando, amor de luz para que te ilumine en la mina, amor de esperanza para que no la pierdas. Amor el nuestro, que es grande y que perdure. Tu Isabel, tu esposa, pronto estaremos juntos, un beso de tus hijos.


El 15 de Agosto de1902 un accidente en las minas de Corcoya acabó con la vida de Vicente y muchos más. Isabelita perdió su gran amor, su esposo, el padre de sus hijos, lo perdió todo. Su vida se quedó en aquella mina, con Vicente. Su cuerpo descansa en paz en el cementerio de Badolatosa, con sus recuerdos, las penas, los pensamientos de algún día volver a Berja para ver a sus hijos, a los padres y a su gran amor, Isabelita.
Por la vida de Vicente la compañía pagó la cantidad de 1970 pesetas, eso es lo que costó su vida.
Juan Reyes Sánchez

4 comentarios:

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