Hay muchas personas solidarias que ayudan a organizaciones independientes de todo poder político, religioso, militar o económico. Gracias a millones de hombres y mujeres que voluntariamente colaboran con el único interés en ayudar a los profesionales y voluntarios. En MSF hay más de seis millones de socios, entidades privadas, instituciones públicas, etc. En esta organización que actúa en acciones asistiendo a personas amenazadas por conflictos armados, violencia, epidemias o enfermedades olvidada, desastres naturales y exclusión de la atención médica, etc.
Desde el año 2012 camino a su lado, voy aprendiendo a valorar más la vida, una razón más, para ayudar, a los que más la necesitan. Por vivir en un sitio concreto, en un momento concreto de sus vidas. Viven unas situaciones no deseadas, arrebatándoselo todo. Otros no llegaron a conocer nada mejor, nacieron y se criaron en un campo de refugiados. Yo me siento grande y pequeño, al ser solidario en mi humilde economía. Son muchas las veces que me han dado las gracias, por mi aportación, ese granito de arena, a esta causa tan justa. Yo las comparto con MSF, por vivir esos malos tragos, las enfermedades, las noches sin descanso. La muerte les pisa los talones a todas horas. Vivir físicamente y moralmente tantos conflictos armados, epidemias, hambrunas. Aquellos que pierden a su hijo por desnutrición, a los que les amputaron las piernas por una granada, las mujeres que en el parto se dejaron su vida. Los que lo perdieron todo, la familia, el hogar, la Dignidad.
La buena gente, la gente buena que arrima su hombro trabajando desde tantas ONG, Asociaciones, instituciones, etc. Personas que trabajan altruistas dedicándose a los demás a cambio de nada. Es una razón para ganar miles de sonrisas. Son como un cuentagotas, y cada gota es como un bote de suero, una mascarilla de oxigeno, un kit de supervivencia y unas barritas energéticas. Una vida salvada, una razón y una sonrisa. Llegan las ayudas, pero por desgracia en el mundo cada día hay más víctimas de guerras. Ello conlleva más desplazamientos, más muertes, más heridos, más desnutrición, etc. Los desastres naturales cada día son más frecuentes. Los seres humanos sin darnos cuenta con tanto consumismo, contribuimos al cambio climático. Las empresas multinacionales y los gobiernos son los principales causantes. Unos por enriquecerse de la naturaleza indiscriminadamente, otros por permitirlo y no actuar con firmeza dejando contaminar la atmósfera, el agua, la Tierra. Tenemos recursos alternativos para cubrir las necesidades de la sociedad. Médicos Sin Fronteras actúa en cada país que su población sufre estos desastres naturales. Utilizando hospitales públicos, centros hospitalarios o levantando hospitales improvisados con tiendas de campaña con sus equipos de quirófanos y su personal profesional dándolo todo. Actúan lo más rápidamente posible para salvar cuantas más vidas mejor. Muchas personas piensan que ese mundo no es el suyo, que no es su problema porque no les afecta directamente. Cada día cuando nos sentamos en la mesa contamos con un plato de comida. Cuando nos entra sed, abrimos el grifo y calmamos nuestra sed. Cuando llega la noche nos metemos en la cama tapándonos si hace frío con buenas mantas y si aprieta el calor le damos al aire acondicionado. La vida no es igual para todos por desgracia, tenemos los mismos derechos, a vivir dignamente en esta sociedad donde hay tanta abundancia. A ellos, esos derechos nunca les llegan. Su mundo está lleno de calamidades, donde sobrevivir es una lucha las veinticuatro horas del día. Una comida cuando llega, beber en los charcos si no hay abastecimiento de agua, dormir en el suelo sin el privilegio de tener un techo, un fuego en las noches frías, una manta para cubrir los cuerpos vestidos con las ropas sucias de cuantos días. Rotos físicamente y moralmente buscando una razón. Vivimos en el siglo XXI y no aprendemos. Una parte de la sociedad utiliza su mente pensando en ellos mismos, su egoísmo, su avaricia de poder, no los dejan ver el dolor y el sufrimiento que causan en tantas personas, donde pierden lo poco que tienen y dejan atrás lo más importante de la vida, la familia. ¿Cuánto duele enterrar un hijo sin ser culpable de nada? Todo por guerras inventadas y poderes corruptos.
La razón de estar escribiendo este mensaje, en estas fechas tan señaladas como es la Navidad, tiene un único objetivo, entrar en los corazones de cada uno de nosotros y ser más solidarios, con ese mundo que parece que no es el nuestro. Las noticias en la radio y las imágenes en la televisión, son de situaciones desesperadas de dolor y miseria. Algunos de nuestros mayores no las olvidan, se le caen las lágrimas y en la garganta se les hace un nudo, recordando que una parte de su vida y la historia pasaron por esa realidad. Otra razón es la labor humanitaria que desempeñan tantas personas para salvar las vidas de los más vulnerables, sin techo, sin recursos para sobrevivir. En esta labor deposito mi granito de arena, grano a grano se hace una playa. Gota a gota se llena un vaso de agua, una pequeña donación aporta para unas vacunas, combatir con las epidemias de sarampión, el Ébola, la malaria, etc. Con este donativo contribuimos a salvar una vida, a traer al mundo tantos partos complicados y niños prematuros. Con esa aportación ayudamos a tantas mujeres y niñas víctimas de los conflictos. A que nazcan niños sin el virus del sida. Ayudamos a reducir el sufrimiento de tantos pueblos, desplazados por las guerras. Son tantas razones por las que contribuir, causas como la desnutrición infantil, que cada día mueren 8500 niños al año en el mundo. Un mundo de desplazados y campos de refugiados, donde van contando los días para acabar con esa pesadilla y volver a su patria. Cuantas historias hay que contar y cada una con vida propia, algunos hablan de cifras, no de personas ni de sentimientos.
Hoy les ha tocado a ellos, mañana sin ir más lejos nos podemos ver montados en una patera perdidos en la mar. Caminando por un camino sin saber el destino, en sus cunetas cuerpos derrumbados y cansados con los pies ensangrentados huyendo de un enemigo.
Hay una bandera de color blanco, con letras grandes y claras. Su lema es la Paz. Apostemos por las acciones humanitarias independientemente, imparcial y neutral. Ondea las veinticuatro horas en el horizonte en libertad. Su mástil está levantado con el esfuerzo de muchos, los que un día apostaron por mejorar la situación de la sociedad, sin perder una vida. Donde las fronteras no existan, donde nuestro peor enemigo nos de la mano, donde las bombas que tiren en las ciudades sean de confeti y regalos, donde las epidemias sean de risas, de versos, de poesías y se contagien, donde pisar un hospital sea de parto o mejorar la calidad de vida. Hay muchas razones para colaborar en este mundo, donde hay tantas necesidades. Nunca es tarde para contribuir en sacarle a un niño una sonrisa, en llenar las barrigas de los que pasan hambre, en regalar amor a los que lo necesitan, en ser humilde como el predicador, en tener más sensibilidad con los que no tienen nada. La Navidad representa unir las familias, repartir amor, vivir en paz, recordar las sillas vacías, compartir los regalos con los seres que tanto se quieren. Feliz navidad y no olvidemos que la mejor razón es ayudar y ganar sonrisas.
De paso por la vida.
Juan Reyes.
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