Hoy, cinco de junio, celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente. Vivimos en un mundo donde consumir es la primera necesidad para ser feliz. Sin pararnos a pensar que, con el consumismo, nuestro planeta lo estamos enfermando y debilitando. Una realidad que los científicos anuncian. Malos tiempos pronostican para la Tierra. Donde vivimos todos los seres vivos. Me gustaría que reflexionáramos solo cinco minutos de los 1440 que tiene el día. Hay muchas formas de ser feliz, sin destruir la naturaleza. Nuestros antepasados disfrutaban con ver un amanecer tumbados en un suelo de hierba fresca. Sentados al anochecer en una roca mirando las estrellas y atizando el fuego junto a la hoguera. Una piel cubría su cuerpo y una cueva su refugio. Queremos rodearnos de tantas cosas que la felicidad no la encontramos. Tener, poseer, adquirir lo último del mercado, cueste lo que cueste. Estamos perdidos, ciegos, por la obsesión de yo más que tú. De todos depende que, en nuestro Mundo, triunfe la vida. Inyectemos una dosis de esperanza, de ilusión, de amor. Olvidemos que ser feliz no es poseer. La verdadera razón de la vida es amar a las personas y a las cosas. Nuestro mundo necesita que lo quieran como un ser vivo que es.
Fotos propiedad de J. Reyes
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