jueves, 18 de abril de 2024

MI MADRE, MI ÁNGEL DE LA GUARDA.

Mi madre, mi ángel de la guarda. Han pasado dos años de aquel atardecer triste de abril; cuando los naranjos estaban en flor, las golondrinas visitaban sus viejos nidos, los campos de amapolas y los hortelanos preparaban la tierra para plantar. La vida florecía y ella se apagaba a sus noventa y cuatro primaveras. 

De niño por las noches cuando estaba acostado la escuchaba murmurar, hablar con alguien en su habitación y estaba sola. Algunas veces le preguntaba: "¿Con quién hablas con las manos juntas y los ojos cerrados?" Ella rezaba y pedía con fe a su Dios por nosotros, sus hijos, que rebosáramos de salud, que nos protegiera y no nos faltara el pan de cada día...Una lista que cada noche le recordaba en sus plegarias y la escuchaban en sus ruegos, fuimos y somos  afortunados en salud y amor sin riquezas.

 

Mi madre, mi ángel de la guarda, una mujer creyente que suplicaba a todos los santos. 

San Cristóbal, que los ilumine en la carretera…
 

San Leopoldo, que no enfermen…

San Pancracio, que puedan sacar adelante su familia…

Jesús Del Gran Poder, que el amor pueda con todo… 

Así fue transcurriendo su vida pidiendo para los demás, rechazando el odio, la violencia y dando ejemplo con su cariño.
Nació en La Calleja en una casa con graneros en la parte alta, las cuadras al fondo, el pajar y el corralón donde las gallinas correteaban. Se alumbraban con la luz del candil y la comida hervía a fuego lento en la lumbre de la chimenea. De niña le ayudaba a su madre al acarreo del agua en cántaros y cubos de las fuentes La Molina y La Fontana; a portear la ropa sucia en canastas al cuadril y el lavadero de madera para lavarla en el río y  dejar secar al sol tendidas en las ramas de los mimbres. Poco tiempo estuvo en el colegio y aprendió a leer pero no sabia escribir. En los ratos libres jugaba con su amiga La Negrilla. Se montaban en los carros, a la grupa de los mulos, se paseaban en el trillo en las eras los veranos, recorrían el pueblo tirando los potros de las puertas de la calle y haciendo travesuras. Una infancia alegre y triste al vivir a los nueve años la guerra civil y una posguerra dura de hambre, de miseria y muerte para un país que todavía llora a sus seres queridos sin una sepultura digna y luego dicen que todos éramos hermanos...

Sin darse cuenta era una mujercita de pelo largo, ondulado y recogido atrás. Una mujercita que ayudaba en el campo recogiendo aceitunas a medio, en la ciega del trigo y haciendo tomizas con los manojos de esparto. 

En su juventud, una muchacha alegre y divertida, que un día se enamoró de un hortelano de las huertas El Remolino, hijo de Manuel el Poeta. Un flechazo le atravesó el corazón, un amor que perduraría toda su vida hasta la muerte. Mi madre acompañada de mi abuela y la Chacha Pepa marcharon a Cataluña, como tantos vecinos buscando una oportunidad, pero el amor tira mucho y ella prefería ver todos los días a su novio Juan el Poeta que estar separada tan lejos en otra tierra.  Contraen matrimonio y lo celebran en La Calleja en casa de los abuelos, una boda familiar sin nada de lujos.
Era una época que todo estaba censurado y todo era pecado carnal. Ellos, jóvenes y con deseos de amar, la noche de bodas se dejan llevar por su gran amor. Pronto queda embarazada de su primer hijo, mi hermano Pepe que nace y a los cuarenta días encargaron el segundo, mi hermano Manolo. Este Poeta era muy romántico y la "Ramoncilla", mi madre, se dejaba querer. Una historia de una familia humilde y trabajadora que para salir adelante vivieron de alquiler, de prestado en casa de mi abuela en la Calleja, y en casas de vecinos cuando trabajaba mi padre en otros pueblos. Nace su tercer hijo Juan, en Cuevas de San Marcos, el que está escribiendo y narrando la vida  de una madre que se entregó en cuerpo y alma a su familia, un amor incondicional que perduraría siempre.

Mi padre y mi madre decidieron buscar una hija, mi abuela Natalia le reprochaba que solo sabían hacer niños, él se lo tomó en serio y de nuevo otro embarazo. Esta vez tampoco acertaron y nace mi hermano Antonio. La cosa se enreda y de camino viene otro macho mi hermano Ramón. Mi abuela se desespera y mis padres también. ¡Que pasa aquí, con tantas churras Juan! Por fin llegó lo que estaban buscando, mi madre parió una niña, que con tanta ilusión deseaban, cerraría un capítulo de su vida, de no tener más retoños y decide ponerle de nombre Natalia Bienvenida. 

Una cuadrilla, seis bocas  que alimentar y vestir. Los que dio a luz con ayuda de la comadrona del pueblo y mi abuela Natalia cuando pudo. Los vecinos y familiares se volcaban y llegaban a ver al recién nacido con un regalo bajo el brazo. Las tabletas de chocolate y las latas de la leche condensada era lo más habitual. Era una oportunidad para poder saborear esas delicias que llegaban solo en esas ocasiones. Teníamos en casa una maleta de madera pintada en azul, esa maleta tenía su llave y siempre estaba bien cerrada, ahí guardaban el chocolate y la leche condensada, ¡La de veces que intentábamos abrirla!…
Unos días antes de la semana Santa, el pueblo se envolvía en  aromas de azahar de los naranjos del paseo y el perfume de las rosas, los olores a ochíos, a mostachones y magdalenas que desprendía las chimeneas de los hornos de las panaderías. Mi madre cargada con la canasta bajo el brazo, llevaba todos sus avíos para hacer la masa de esas delicias. Cuando llegaba a casa con ese olor que cortaba el sentido, tan calentitos, tan tiernos, tan ricos, la boca se nos hacía agua.

Cuantos recuerdos de una madre. Los mimos y los abrazos cuando estabas malito, cuando estabas triste, cuando comías poco te preparaba el caldo del puchero con sopitas, las gachas de maicena con coscurros y canela, el hoyito de aceite con la onza de chocolate... Los días más especiales en Navidad, la Semana Santa... mi madre con ayuda de la Chacha Pepa se metían en la cocina y con las manos llenas de masa elaboraban los bolos, eran unos albondigones muy grandes que nos encantaban y guardamos la receta. También en la repostería  elaboraban empanadillas de cabello de ángel, los pestiños, los rosquitos. Cuántas horas  dedicó en la cocina con el delantal puesto, qué orgullosa se sentía al vernos a todos rodeando la mesa y mi padre alegre con su sonrisa. En invierno en las noches frías, todo era poco para echar en nuestras camas, se levantaba las veces que hicieran falta para que no pasáramos frio. En verano no ganaba para sofocones e irritaciones mi madre, por las tardes nos perdíamos buscando el fresquito del río para bañarnos y lo  teníamos prohibido. Mi padre se encargaba con el cinto en la mano de recordar las normas, las que nunca cumplimos y en más de una ocasión probamos la medicina del cinturón. Una lucha titánica, la de mi madre, preparar ropa para una cuadrilla, lavar, planchar, fregar y sin ayuda. Los días de feria y la Semana Santa se cogía del brazo de mi padre y nos paseaba muy orgullosa por la calle Ancha, y como siempre muy arregladitos, vestidos para la ocasión.

Los años iban pasando y deciden buscar trabajo para todos. Mi hermano mayor cuenta con catorce años y mi hermana tan solo cinco. Es la primera salida del pueblo con destino a Francia en el año 1970. Fueron valientes y las necesidades de salir de la miseria, porque en aquellos años la libreta de la dita funcionaba así, ¡Apúntame que cuando pueda te pagaré la deuda! Libretas en cada tienda, de comestibles, la panadería…Las familias más humildes no tenían para comer, para vestir, para calzar y todas las necesidades dignas que las personas merecen. Esas libretas quitaron y taparon muchas penas. En las temporadas de la recolección de aceituna y algodón nos desplazábamos a los cortijos. Ahí estábamos currando como personas mayores, con pocos derechos y perdiendo horas de colegio. Nunca los culpé, se vivía mal y aquellos años la calidad de vida era de incultura, de poca formación y un progreso dormido por una dictadura. Los años pasaban para todos y a mis padres también se les notaba las canas y su piel más arrugada. Mi madre veía como sus hijos se iban haciendo mayores, unos jóvenes que querían  rehacer su vida para formar su propia familia. Poco a poco las habitaciones se quedaron vacías y en el salón comedor de la casa en una pared fueron colocando las fotos de los hij@s casados al lado de la suya. Pasaron los años fueron rellenando la pared con fotos de los niet@s. El tiempo no se detiene. Eran abuelos y estaban preparados para recibir los bisniet@s, los que cogieron el relevo. 

Va para dos años desde que nos dejaste. Hubo un tiempo que por motivos de la vida me llevó a dormir en tu cama articulada, donde pasaste tus últimos años de vida. Para mí fue revivir y sentir de nuevo tu presencia, comprender muchas cosas que no le daba importancia. Ahora entendía lo largo que serian los días para ti  sin poner los pies en el suelo y necesitar ayuda para las cosas más básicas. Recordaba cada gesto tuyo, tu mirada, tus palabras de amor a nosotros, tus hijos, porque siempre fuimos tus niños hasta el último día. En mis sueños tú y papá me acompañasteis muchas veces el tiempo que estuve de convalecencia, el motivo o la razón la dejo para mí. 

Parecía un ángel entre sabanas blancas, sus cabellos plateados, los ojos adormilados y su rostro de paz. Un ángel de piel suave dormida como una niña. Una luchadora toda su vida, que a veces se reía de su sombra. Alegre y emotiva, una mujer que cambiaba de emisora en la tele cuando había violencia, que disfrutaba con los programas de naturaleza. Los domingos le gustaba ir a misa y la casa llena de fotos de la familia y estampitas de vírgenes y santos. Había llegado su hora sin un gesto de dolor, solo un suspiro penetrante, una despedida de la vida a un sueño profundo...Te ayudamos cuando más lo necesitabas, te dimos el cariño que recibimos, agradecidos siempre por ser como eras, una madre entregada a tus hijos. Tú vivirás en cada uno de nosotros y nunca morirás, porque los recuerdos perduran toda la vida. Dimos sepultura a un cuerpo envejecido y cansado del paso de los años. Tú, que siempre decías que para morir no hay que tener prisas, que siempre había tiempo de estar en el otro lado, que todas las noches hablabas con tu Dios, nos gustaría saber qué hay al otro lado...!!! Descansa en paz, junto  a Juan, El Poeta, mi ángel.

De paso por la vida.
 

jueves, 7 de marzo de 2024

REGALANDO BESOS

 Amiga Lola Cabello:

Pasaba el tiempo, igual que las estaciones del año: los olores a rosas, las noches de verano, los árboles desnudos, los charcos en la tierra. Todo pasaba deprisa, como el vuelo del halcón peregrino. Nuestra amiga, la que todos conocíamos, una mujer activa, trabajadora y emprendedora, fue cambiando como la noche y el día. 

Pienso que vamos tan deprisa que vivimos sin vivir, que guardamos y callamos, que ocultamos y camuflamos los sentimientos y nos sentimos cada vez más aislados. A veces creemos que todo está de nuestro lado y, de repente, se presentan cosas que no estaban en nuestros planes. 

A ti, Lola, poco a poco sin darte cuenta, un viento traicionero como una caricia envolvió tu cuerpo para quedarse. Había pasado el tiempo, no sé cuanto, el calendario corría y nada era igual. Te perdías con facilidad y toda la atención y ayuda que repartiste la necesitabas en las cosas más simples y cotidianas de la vida. 

Yo personalmente te tengo grabada en mi mente, repartiendo besos a todos los que se cruzaban en tu camino. Regalabas besos con cariño, sin pedir nada a cambio, cosa que todos te devolvimos con el mismo gesto de amor. 

El mundo necesita lo que a ti te sobraba: regalar besos. Ahora eras una niña que reía y comía chuches, que preguntaba por todo y sonreía. A veces pienso que la vida es injusta o serán cosas del destino. Son preguntas que nos hacemos esperando una respuesta, o las dejamos en el aire. La muerte forma parte de la vida desde que nacemos; lo mejor es no saber cuándo.

Una mañana temprano, nuestra amiga Lola recibió una visita inesperada. Sin llamar a su puerta, una invitada que guardaba una fecha nos recordó que los besos que nos regalaba anunciaban su despedida. 

Todos decimos que, para vivir como estabas, era mejor cerrar la ventana, todos menos tu madre. Ella, con todo su dolor, quería ocupar tu sitio llorando tu pérdida.

Ojalá que tu nueva vida, de la que algunas veces hablamos en silencio como algo misterioso o de otra dimensión, te reciba con  besos, los que nos has regalado a cada vecino y amigo de nuestro pueblo cada vez que nos saludábamos. Descansa en paz.

Mañana ocho de marzo, Día Internacional de La Mujer Trabajadora, animo a todas las mujeres a seguir en la lucha, como luchó nuestra amiga Lola. 

  • Cada mujer es libre de elegir su camino, su luz, sus sueños.
  • Cada mujer merece respeto, puertas sin cerrojos, amor sincero.
  • Cada mujer herida por las manos de maltratadores y machistas, merece perdón  y respeto como victimas del odio.

De paso por la vida.

lunes, 4 de marzo de 2024

TOMANDO NOTA

Tomo nota de una vida acelerada sin retorno.

Tomo nota de una vida que se queda corta, si se vive intensamente.

Tomo nota cuando la sonrisa de los niños, me la devuelven.

Tomo nota cuando estoy rodeado por los que quiero y me quieren.

Tomo nota al dejar pasar los momentos que no vuelven.

Tomo nota y apunto que para vivir hay que estar vivo.

Tomo nota de los sueños, los deseos, las ilusiones que flotan en el mundo.

Tomo nota de no perder la esperanza en una luz que no se apaga.

Tomo nota y más notas musicales para vencer el odio.

Tomo nota que vivimos de prestado.

Tomo nota que amar y ser amado es lo más apreciado.

Tomo nota y aprendo que la naturaleza es sabia.

Tomo nota de un mundo que no comprendo.

Tomo nota de cuánto he vivido, he perdido y he ganado.

Tomo nota que la vida es una mentira piadosa.

Tomo nota que las sonrisas, los besos, los abrazos son la mejor medicina.

Tomo nota que la lluvia y los rayos del sol preñan la tierra.

Tomo nota y aprendo a dar las gracias por todo.

Tomo nota que nada nos pertenece y estamos de paso.

Tomo nota  que con muros, cadenas y fronteras no se construye la libertad.

Tomo nota que cada persona es un mundo.

Tomo nota que estamos de paso por la vida.

Tomo nota ¿Dónde empieza y dónde acaba la felicidad?





lunes, 19 de febrero de 2024

EL CASTILLETE

En el paraje de Los Serruchos hay un sendero que nos lleva al mirador del río Genil. Una ventana abierta para contemplar tan bella estampa donde sobran las palabras y nos sentimos cautivos por su encanto.

El Castillete forma parte de un jardín de esparragueras blancas, de alcaparras floridas...,bajo la sombra de su torre de calizas dolomitas. 

Los viejos olivos lo rodean como centinelas y trepan ladera arriba en el cerrillo vecino para alcanzar su cima, donde la tranquilidad y la armonía se respiran.   

Los arroyos, La Cantera y El Pontón lo abrazan como a un niño, lo miman con su frescura, lo embellecen con el cañaveral y la espesura de los tarajes. 

Una fortaleza sin defensa, donde anida el búho real, las grajillas juegan al escondite y el cernícalo primilla se posa en los huecos. 

La Sierra Cabrera, como una madre, lo vigila desde su atalaya, donde duerme la bruma. Ella le sonríe en primavera al verlo florido y en verano le llora. 

El Castillete, admirador del meandro, suspira embobado cuando el viento sopla y mueve los álamos blancos, los olmos y maneja como una ola el manto de eneas y carrizos. 

Él, guardián de la garza real, el calamón, el pato malvasía...Siente admiración por si mismo al verse reflejado en las aguas tranquilas y serenas del río Genil.

Un monumento natural visitado por la cabra montés, por el zorro y el jabalí en las noches de luna llena. Al amanecer, cuando los rayos  del sol  deslumbran, senderistas y esparragueros patean con el fresco de la mañana sus senderos y veredas.

El paraje del Castillete nos llena de paz, de calma, y los románticos de la naturaleza nos complacen escribiendo versos, inmortalizando esta obra natural con pinceles en un lienzo, este rinconcito de nuestro término Badolatosa.  

 ,

 Autora del cuadro Mari Carmen Jiménez Morales. 

Una aficionada a la pintura nos transmite, con los pinceles y el corazón, su sentir y nos hace formar parte del Castillete.  Amigos de la Lectura le da las gracias por compartir su obra en el blog. 

De paso por la vida.

viernes, 5 de enero de 2024

El San Bernardo

Era una bolita de pelo blanco con manchas atigrado. Un cachorro de San Bernardo robado a su madre y criado a biberón. Toda la familia lo quería y acariciaba a esa bolita de peluche, regordete y juguetón. Tres meses de su vida mimado y disfrutando su libertad. Un día le ponen su primer collar de piel rodeando su cuello y una correa para sacar a pasear y presumir de su cachorro. Pasaban los días y cumplió los seis meses. Pasaban los meses y cumplió un año, ahora no era una bolita de pelo blanco con manchas atigrado, pesaba cuarenta kilos, comía como dos y hacía sus necesidades a montones. Un día llega a casa una triste noticia. Por motivos de trabajo tienen que abandonar su domicilio y vivir en la ciudad.  Su nuevo hogar un pequeño piso y era imposible llevarse al San Bernardo. Pasaron las semanas y llegó el día de la despedida del animal; un día doloroso para la familia después de dos años a su lado compartiendo su cariño, sus juegos, sus travesuras. Un perro que se daba a querer y les alegraba la vida. El padre le engancha la correa y le invita a dar una vuelta, una vuelta sin retorno. Le habla con humildad pero el San Bernardo tiene su instinto y en el tono de su voz notaba algo.
"Vas a conocer a tu nuevo amo, estarás rodeado de la naturaleza, una huerta sembrada de frutales, hortalizas y en el sotillo escucharás trinar a los pajarillos de la ribera; disfrutarás de cada alborada y cada crepúsculo, dormirás cada noche bajo las estrellas". El animal noble y sumiso, movía el rabo. Fue una despedida dolorosa para su dueño pensando que lo abandonaba y su conciencia no estaba tranquila. Él creía que era lo mejor para el animal y que lo dejaba en buenas manos, marchándose triste y sin mirar atrás con su pena.
El nuevo amo le quita su correa y le coloca una cadena vieja y mohosa, una cadena  que llevaría hasta su muerte. Amarrado bajo un nogal y de perrera un bidón de chapa oxidada. De comedero un cuenco sucio, roto. Las moscas y las avispas serían sus compañeras. De bebedero un cubo de veinte litros. En verano el Sol  templaba el agua del cubo y en invierno la escarcha la transformaba en hielo. El perro estaba acostumbrado a vivir como un rey en casa, con mimos, caricias, juegos…comida para perros, agua fresca y limpia. El hortelano, un viejo y solitario hombre que vivía de lo que daba la huerta y una pequeña jubilación. No es mala persona y le ofrece lo que tiene al animal.
Bajo el nogal su nuevo cobijo, amarrado con una cadena que cada día le pesa más, una cadena marcando su cuello y su espacio. Ahora lleva una vida de perro, la comida y el agua son más bien escasas. Acostumbra a dormir al raso en la noche y a aullar de pena, como un niño llorando por su madre. La luna lo quiere consolar y las estrellas más cercanas lo miran con tristeza. Él pertenece a una raza de pelaje fuerte y resiste las inclemencias del tiempo. Los inviernos duros de lluvia, de escarchas… en los veranos el viejo nogal le da buena sombra y aprovecha la frescura de la reguera y se tiende a todo lo largo. Como vecino tiene un gallo que cada mañana con su canto cansino lo despierta. El gallo vive como un Sultán rodeado de un harén de gallinas presumiendo de sus plumas y de valiente para llamar la atención. Las pitas no le echan cuentas y siguen picoteando las malas hierbas y escarban la tierra, buscando lombrices e insectos fuera del espacio que marca la cadena. Pobre San Bernardo de pelo blanco y manchas atigrado. Se le va la vida mirando al camino con la ilusión de un día volver a ver a  sus dueños, para que le corten  la cadena y enganchen de nuevo su correa de piel.
Tendido con la cabeza apoyada  en sus patas delanteras, la mirada fija observando cada amanecer. Un bonachón grandullón con un corazón como él. Un animal cariñoso, dulce y tolerante, un protector de la familia. El sol en el horizonte va ganando altura, los rayos del sol atraviesan el ramaje de la arboleda. La huerta está tranquila y el viejo hortelano como cada mañana hacía rato que bajó con un canasto de mimbre a la espalda. Así pasaban los días, escuchando los gorriones pelearse, los ladridos de los perros de los vecinos, la visita de las gallinas… así pasan los años observando vestirse y desnudarse el nogal, la limpia de los frutales, la chimenea encendida, un manto de hojas, una vida amarrada bajo un nogal. Él como siempre tranquilo, paciente y poco ladrador. Un romántico soñador que veía como sus sueños se esfumaban, solo lo mantenía vivo la ilusión de sentir de nuevo el calor y las caricias de los que lo criaron a biberón.
     
De paso por la vida. 


jueves, 28 de julio de 2022

UN AÑO DESPUÉS

Va para un año que dejé el blog cerrado sin motivos. Tengo cosas escritas y guardadas esperando no se qué. Pero el tiempo corre y sin darnos cuenta van ocurriendo acontecimientos y la vida se nos va. Una cosa tengo clara que nos vamos haciendo mayores todos a la vez. En todo este tiempo trascurrido hemos vivido muchas cosas buenas y otras no tanto, nos guste o nos deje de gustar, el destino está escrito, la vida es así, lo dejaremos a mano de la suerte o esa ruleta que premia y ahoga sin cuerda. Escribir para mí es igual que para un pescador coger una buena pieza. Soy feliz con un lápiz en la mano y dictar lo que mi corazón me dice. Son muchas horas dedicadas sin pedir nada a cambio. Lo más importante es llegar a los corazones de los lectores, que disfruten de la lectura y se motiven a seguir leyendo. Quiero recordar que mi vida no fueron las letras, con diez años dejé el colegio para trabajar de adulto en el campo. Cosa que tengo pendiente y no lo olvido. Dicen que los amigos son para echar una mano, y en mi caso tengo esa ayuda de corregirme algunos errores, cómo los buenos escritores echan mano a las editoriales. De paso por la vida sigue en la misma línea, narrando historias reales y orales, redactando la vida de nuestro entorno y luchando por un mundo más justo para los humildes. Recordar a los poderosos que ellos nacieron desnudos como todos. Vivimos en un mundo muy injusto y las riquezas de la Tierra mal repartidas. El egoísmo, el poder, la arrogancia, y tantos adjetivos que nos faltarían folios. Vivimos de la ilusión y la mía es ver un mundo donde todos vivamos en paz y dignamente. Todos debemos arrimar el hombro para luchar por nuestro planeta, un planeta llamado Tierra y no hay otro igual al día de hoy. Todos somos culpables y cada uno a su manera. Unos explotando este mundo y otros queriendo comprar abusivamente sin ser una necesidad. Los muertos por epidemias; los muertos por las guerras, los muertos de hambre, los muertos por el cambio climático, los muertos por los incendios, las inundaciones,…no aprendemos rodeados de muerte y los hospitales con las camas llenas. ¿No, no queremos escuchar y cerramos los ojos a una realidad al día de hoy? Todo no es negativo y hay personas que entregan un tiempo de su vida por los demás, trabajando desinteresadamente colaborando en asociaciones, recursos humanos… y aquellos que con su aportación a las ONG salvan vidas… De paso por la vida

jueves, 5 de agosto de 2021

La Feria (2ª parte)


El recorrido por los cacharritos de feria había terminado esta noche. Cogidos de las manos de mi padre y mi madre entramos en el paseo para ver la caseta municipal. Dos centinelas  custodian la entrada con la ropa de la policía local, serios y con las entradas en la mano. Para pasar hay que pagar, de lo contrario media vuelta o mirar desde afuera por encima del cañizo. El fotógrafo del pueblo, Carlos, se encuentra en un lado con su tradicional caballo de cartón. Un caballo muy grande y pintado de color, forma parte de la feria, como otra atracción más. La familia que disponía de un dinerillo y quería guardar un recuerdo de la feria, vestían a los niños con atuendos de flamenco y ellas de gitana. Los montaba en la jaca, y con su máquina de caballete, disparaba un fogonazo e inmortalizaba para toda la vida ese momento. Muchos vecinos guardan una fotografía montados a lomos del famoso caballo de cartón.
Continuábamos nuestro recorrido bajo el alumbrado, las banderitas y farolillos. La feria está a rebosar, todos dando vueltas y los bares medio vacíos. Las casetas del turrón tienen más aceptación y hacemos nuestra primera parada, nuestro primer gasto familiar. Unos trocitos de turrón del duro, unas bolsitas de garrapiñadas, y unos trozos de coco recién cortado. Vamos felices pegando bocados y saboreándolo sin prisas, cuando se acabe a lo mejor no pillamos nada más.
La tómbola tiene bulla todos quieren comprar un boleto para ver si son agraciados con un buen premio. ¡Una muñeca Chochona o un perrito piloto!  Utensilios para la cocina, peluches, balones, la bicicleta para el niño, etc. En el suelo no caben más boletos tirados sin premio. Éste es un buen negocio, todos participan y ellos nunca pierden. 


Hay un señor que lleva un gallo de corral en la mano, está tan vivo como él. En la otra, una baraja de cartas, con mucho arte y mucha cara va recorriendo todo el recinto ferial, de mesa en mesa, por los bares, en la caseta municipal, al que pasa por su lado, a todo el mundo quiere venderle una carta de la baraja y siempre le quedaban las últimas. Cuando terminaba, otro gallo de corral ocupaba su lugar y de nuevo con la misma cantinela. ¡Me quedan las últimas!
La caseta de tiro me llamaba la atención. Unos muchachos con los brazos en alto, sin apoyarse en el mostrador. Con su carabina de aire comprimido en las manos, mirando por la mirilla, muy atentos, sin perder de vista el palillo mondadientes, cuando lo tienen a tiro disparan partiéndolo por la mitad. ¡Qué puntería! Todavía le quedan varios disparos para conseguir su premio. ¡Cuántas horas deseando tener en las manos esa carabina de balines de plomos, como siempre, esperando ser mayor!
El puesto de las papas fritas ¡Qué alegría y que buenas estaban! Tan calentitas con su sal rociada para darle más sabor. Qué finas cortadas y metidas en su cucurucho de papel de estraza. Hay cola esperando que “La Barrabala”, con ese arte que tenía, despachara con alegría y todos nos fuéramos saboreando ese manjar que estaba al alcance de todos.
Más tarde, a partir de las doce “La Barrabala”  termina con las papas fritas y en su perol comienza a echar la masa de los tejeringos. ¿Cuántas ruedas quieres? Con dos palillos largos de madera va moviendo y sacando ruedas, con mucha experiencia las va introduciendo en un junco del río. Todos contentos menos los que solo les llega el calorcito y el olor a la masa frita.
Cogemos la calle de La Carnicería, pasando bajo su arco en dirección al río, donde se encuentra la carpa del circo. Este año viene acompañado de un espectáculo de fieras; magos, malabaristas, payasos, acróbatas, etc. Tiene una taquilla impresionante llena de colorido, unas pancartas a los lados donde los leones parecen que se van a salir del cartel.  Los altavoces no paran de anunciar la programación que podemos disfrutar esta noche por un precio muy económico. En la entrada una valla de madera y el portero controlando que nadie se cuele sin pagar. Dos trabajadores atentos, van dando vueltas y mirando por debajo de las lonas de la carpa. Hay muchos que están esperando el momento justo para colarse sin entrada. Las sillas muy juntitas formando hiladas desde la primera a la última rodeando la pista, los focos, las redes, etc. Una fantasía creada en un espacio donde niños y mayores por unas horas vivirán en un mundo lleno de ilusión, dejando volar la imaginación. Desde afuera nos conformábamos  escuchando al presentador decir:  “El espectáculo va a comenzar.”
Una feria que comenzaba con la diana, el pasacalles y el repique de campanas. Por las mañanas y las tardes las actividades de la programación que organizaba la comisión de festejos. La carrera de sacos, la carrera de cintas en bicicleta, la cucaña, los juegos infantiles, los encuentros de fútbol amistosos, etc.
La primera noche para la proclamación de la reina y damas de las fiestas en la caseta municipal. Los concursos de sevillanas, concursos del baile de la escoba, del botijo, de la silla, etc. Los pasodobles, los bailes por sevillanas, canción española, etc.
En la entrega de premios, todos los ganadores subían al escenario con la ilusión de recogerlo a manos de la reina y las damas, recibiendo los besos de las más guapas del pueblo. Todos los vecinos aplaudían esos momentos por participar y hacer más grande nuestra feria, una feria  donde éramos una familia y se compartía mesa y colchón.
La alegría corría por la calle Principal con el dinero justo y las raciones de vista. Corrían los sentimientos tras su patrona ese día paseándola por sus calles. Un pueblo que se volcaba humildemente para celebrar las fiestas populares en agosto.
Mis recuerdos son muchos, tantas ferias vividas, los más bonitos de niño, cogido de la mano de mis padres, todos juntos. Mis primeras salidas con los amigos empujando los caballitos, montando en las voladoras, soñando que algún día me montaría en el carrusel. Asomado al mostrador de la caseta de tiro observando y escuchando el ruido de los plomos dando en la chapa, rebuscando las papeletas de la tómbola tiradas en el suelo, a ver si tenía suerte, buscando una oportunidad,un hueco para entrar al circo. El dinero de la hucha pronto se acababa y los bolsillos vacíos, era feliz.
La última noche con la tira de cohetes, la gente se arremolinaba en la calle Principal para ver y escuchar la traca que arrancaba en la puerta del ayuntamiento viejo y terminaba en el paseo con el zambombazo, anunciando que la feria llegaba a su final.  

De paso por la vida.

Juan Reyes.                                 

MI MADRE, MI ÁNGEL DE LA GUARDA.

Mi madre, mi ángel de la guarda. Han pasado dos años de aquel atardecer triste de abril; cuando los naranjos estaban en flor, las golondrina...